miércoles, 16 de marzo de 2011

REINA DE LA NOCHE

Se vestía con los restos de la noche y acicalaba su rostro con polvo de estrellas.
Sacudía su escasa vestimenta y su excesiva desnudez, en un intento de sacarse de encima los rastros de alientos turbios, manos ansiosas y efluvios viscosos que se habían prendido a su piel de venus azabache y fuego.
El coche no pudo esquivarla y ella, ocupada en reinventarse, no pudo verlo.
En el suelo, sólo un zapato y una barra de carmín que competía con una mancha en el asfalto.
De ella, reina de la noche, que jamás pretendió ser otra cosa que nada, no quedó nada. De la mujer que ocultaba, unos hijos sin madre, un baúl de sueños rotos y una lápida.

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